domingo, 23 de noviembre de 2008

De profesión detective.


Noche húmeda, fría y jugaba Ferro un partido que habia sido suspendido hacia tres fechas. Aquella vez, tras esperar cuatro horas la llegada del informante, decidí volver a mi oficina y llamar al sospechoso por mi cuenta, sin intermediarios. No fue una gran idea porque el sospechoso tampoco estaba, era sereno y a esa hora ya estaba trabajando en el banco. En síntesis, mi informante no llegó a tiempo ya que pensó que era domingo confundido con el partido y el sospechoso regresó a su casa a las 7.30 a.m. del nuevo día, yo me recosté a las 2.30. Amanecí cerca del mediodía. Con hambre.

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